Se pueden
extraer muchas enseñanzas de Matar a un
ruiseñor, a pesar de ser una novela escrita en 1960. Aquí la autora
consigue criticar los prejuicios y el racismo en Estados Unidos (y el mundo en
general) hacia la comunidad afroamericana del país, dando a entender que no
existe persona mala por su raza, sino por sus actos. Esto lo hace poniendo como
claros villanos de la historia a Mayela Ewell (quien miente acerca de su
violación) y al propio Bob Ewell, quien actúa con violencia, acabando en un
final trágico por ello.
Por otro
lado, Atticus Finch es el prototipo del abogado que decide defender a un hombre
inocente sin importarle las consecuencias; por lo demás, Finch es un hombre
honesto y valiente en todos los ámbitos de su vida. Como era de esperar, Atticus
debe enfrentarse a los prejuicios y ataques de sus vecinos blancos, por
defender a un hombre de raza negra. Scput y Jem también son acosados por este
motivo por sus compañeros de clase.
Atticus
consigue demostrar la inocencia de Tom Robinson en el juicio, aunque termina
siendo condenado. El padre de la supuesta chica violada, Bob Ewell, se toma la
actitud de Atticus de forma personal, jurando vengarse por lo que él considera
haber sido puesto en ridículo por un miembro de su pueblo.
La obra
coincide con el inicio de la lucha por los derechos civiles y la igualdad, cuyo
líder emblemático fue Martin Luther King Jr.
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