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miércoles, 16 de marzo de 2022

La coartada del diablo

 


El libro me ha gustado. Hasta el final no he entendido el título. El diablo tenía coartada. Quién sospecharía que una persona en estado vegetativo, sin poder moverse de una cama, podría cometer terribles asesinatos. Si hay una palabra que describe lo que he sentido al leerlo es la de auténtico terror. Me parece un libro de terror, aunque nadie lo incluiría en este género. He tenido esa sensación desde las primeras páginas. Sinceramente, me ha sorprendido. Cuando leí la descripción del pueblo en el que el protagonista decide vivir para superar la muerte de su mujer, pensé que el libro iba a ser totalmente diferente. Creí que sería una historia tranquila donde una persona de ciudad viviría una vida completamente diferente en un pueblo, relacionándose de forma cordial con sus amables habitantes. No podía estar más equivocada. Incluso me costó situar la historia en el tiempo. Si el protagonista no dice que su mujer murió de cáncer y fue sometida a quimioterapia, yo situaría la acción dos o tres siglos antes. Es un pueblo que vive aislado de la civilización, sin comunicaciones, sin adelantos tecnológicos. Me recuerda a esos pueblos que aparecen de vez en cuando en las noticias, que han vivido en la selva aislados de todo contacto exterior, y que alguien descubre por casualidad.

La aparición de los bubos provocó mi primera sensación terrorífica y de que todo lo que ocurría aquí tenía lugar en un mundo alejado de la civilización. Los bubos son una serie de criaturas, prácticamente animales, que todos desprecian, que provocaban asco y de las que nadie se ocupa. Me pregunto cómo es posible que ninguna administración se encargara de ellos. Eso me convenció de que estábamos en un tiempo pasado. También me he preguntado varias veces cómo es posible que el protagonista no saliera corriendo del pueblo. Personalmente, lo estaba deseando. Quién desearía vivir retirado en un pueblo rodeado de esas criaturas.

Uno de los momentos que más me ha impactado es cuando descubre que Porfirio era un auténtico monstruo. También me ha impresionado el asesinato y la tortura del bubo por Orellana y los demás habitantes del pueblo. Me recuerda a las películas del oeste, en los que no existía la ley y la gente se tomaba la justicia por su mano. Esto me confirma el total aislamiento en que vive el pueblo. Es un mundo aparte, donde pueden ocurrir estas cosas sin que haya consecuencias. Sólo se produce una pequeña aparición de la guardia civil. Pero igual de escalofriante me parece el asesinato en sí, como el silencio que guardan todos, incluso el protagonista. A nadie se le ocurre denunciar los hechos. Ni el cura, ni el protagonista ni el médico hacen nada para evitarlo ni siquiera para denunciarlo. Todos guardan silencio ante las autoridades, como si los bubos fueran animales insignificantes. En este caso, yo hubiera salido corriendo del pueblo. He sentido cierto alivio cuando en las últimas cartas, el protagonista comunica a su primo su decisión de abandonar el pueblo. En principio, he sentido cierta decepción con el protagonista. Parece contemplar todos los hechos terribles con cierta pasividad, no interviene en ellos. No trata de frenar la muerte del bubo, tampoco interfiere en las intenciones de Orellana de exterminar a los bubos. Además, relata con toda naturalidad a su primo los hechos terribles que están teniendo lugar.

También me ha angustiado la salud mental del protagonista. Por un momento he creído que se ha vuelto loco. Realmente, un poco loco sí que está. Aunque me creo la explicación que da en la última carta a todo lo que ha ocurrido en el pueblo, al final decide tomarse también la justicia por su mano y envenenar a Porfirio. Y lo hace sin ningún remordimiento, porque, aunque se equivoque y Porfirio sea inocente, por lo menos dejará de ser una carga para su mujer.

En definitiva, me ha gustado, pero he pasado mucha angustia leyéndolo. Hay un momento incluso que me he preocupado por su primo cuando no le contesta al protagonista. He llegado a pensar que algo terrible le habría pasado. El final ha sido sorprendente. Sinceramente he pensado que todo tenía una explicación menos fantástica. Me imaginé un final en el que el comportamiento de todos estaba explicado porque estaban intoxicados al consumir la misma agua que tomaban los bubos.

 

Ana Belén Illán Gil (2022)

sábado, 6 de noviembre de 2021

Almendra

 


Yunjae tiene dieciséis años, pero no es un chico normal. Su cerebro es especial. No se ha desarrollado como el de otros chicos de su edad. No puede sentir emociones. Y si no puede sentirlas, tampoco puede expresarlas mediante la risa o el llanto. Todo esto le pasa factura. Es considerado rarito en el instituto. Pero su madre no se da por vencida. Ensaya con él su reacción ante distintas situaciones. Si ves un coche, quítate de en medio, le decía. Si uno te sonríe, haces lo mismo. Lo más cómodo es hacer lo más parecido a la persona que tienes enfrente. Esto le permite llevar una vida relativamente normal. Pero la mala suerte se ceba con él. Debido a una agresión, su madre permanece en estado vegetativo. Yunjae está solo en la vida. ¿Quién le va a enseñar a reaccionar ante las nuevas situaciones que tendrá que vivir? ¿Será capaz de tener amigos o relacionarse con chicas? La ciencia dice que no, pero el funcionamiento del cerebro es todo un misterio.

El libro en general me ha gustado. La lectura es amena. Empezaré diciendo lo que no me ha gustado. Sinceramente, no me ha entusiasmado. No me ha sorprendido. Desde el primer momento, pensé que acabaría justo como lo ha hecho. Sabía que Yunjae acabaría siendo un muchacho normal, capaz de sentir. El libro me ha recordado a estas series coreanas que nos gustan tanto a los jóvenes y que están de moda en Netflix. Por muy difícil que sea la situación del protagonista, todo termina bien. Yunjae, a pesar de lo que dicen los médicos, acaba sintiendo emociones. La madre despierta de su estado gracias a Yunjae. Aunque se encuentra solo en el mundo, Yunjae encuentra la figura del doctor Shim, que se comporta como un padre para él. Yunjae incluso se echa novia y consigue que Goni sea un buen chico. Todo es demasiado perfecto para mi gusto. Existen otras cuestiones que sí me han gustado. En primer lugar, la existencia de dos personas, que tratan de forma completamente diferente a sus hijos. Para mí, lo mejor de todo con diferencia es el esfuerzo de la madre de Yunjae, que en contra de lo que dicen los médicos, intenta educar a su hijo para que pueda ser una persona normal. Ensaya como debe ser su comportamiento en diferentes situaciones. Es una tarea enorme, que sólo una madre será capaz de hacer. En el lado opuesto está el padre de Goni. No cree en él, no espera nada de él y le pasa lo peor que le puede ocurrir a un padre, que se dé por vencido. Este comportamiento casi acaba de la peor forma posible, con Goni convertido en un delicuente. Muy relacionado con lo anterior, también he reflexionado sobre lo poco que valoramos tener una vida normal. Yunjae quiere ser discreto en todo momento. Quiere que no le señalen. No desea que su profesora se compadezca de él por lo que ha vivido. Tampoco desean que le hagan continuamente preguntas. Aquí es donde me he identificado con el protagonista. Ante una situación como la que vive Yunjae, a mí también me gustaría ser lo más invisible posible. El libro me ha hecho pensar que debemos sentirnos afortunados por sentir, por llorar o por reír, aunque nuestra vida no esté llena de emociones. En muchas ocasiones intentamos inventarnos una vida maravillosa, llena de viajes espectaculares, rodeados de teléfonos de última generación y otros lujos, comiendo en restaurantes de moda o disfrutando de lugares estupendos. Pero la vida es más sencilla. Si nuestra vida es normal, si unas veces lloramos y otras reímos, si nos relacionamos con normalidad con los demás, entonces debemos sentirnos afortunados.

 

Ana Belén Illán (2021)