A Katrin, una niña de un pueblo del norte, le encantaban la
naturaleza y los animales. A Katrin no le gustaban los oficios de su padre
(quien era leñador y cazador). Una mañana decidió salir para ver los árboles,
los pájaros… De repente, vio una larga y tupida cola. ¡Era un zorro! Ella
decidió perseguirlo hasta que llegó a una pequeña y escondida madriguera.
Katrin descubrió que tenía cachorros. Les trajo comida de su casa y se fue a
dormir.
A la mañana siguiente, su padre cogió la escopeta y fue en
busca de aquellos zorros que se habían comido a una de sus gallinas. Katrin
estaba muy asustada. Su padre encontró a un forastero al anochecer y decidieron
ir tras los zorros. Se oían bala tras bala, hasta que un pequeño silencio puso
nerviosa a Katrin. Su padre estuvo días sin aparecer.
Una noche, una pequeña zorra apareció en la puerta de la casa.
Katrin sabía que había pasado algo. Tras seguir a la zorra, vieron a su padre
tirado en un pequeño charco con el pie encajado entre dos piedras. También
había un zorro herido por dos balas. La familia regresó a casa con los zorros.
Un médico curó al padre de Katrin y después al zorro.
Esta historia pasó de persona en persona, hasta llegar a una
abuela, que se la contó a su nieta.
María Ros Martínez (2020)
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