En
esta narración se representa principalmente la historia de un párroco de una
aldea de Valverde de la Lucerna se acentúa un fuerte distintivo cristiano por
las citas bíblicas y episodios de la vida de Cristo, su contenido se basa en
torno a una idea fija de la inmortalidad y la fe, se dejan ver grandes
acontecimientos y el lenguaje refleja la sencillez de la narradora, Ángela
Carballino, que a sus cincuenta y tantos años relata sus recuerdos de vida
sobre Don Manuel, el bueno con la continuidad cronológica, una historia con fe
en el consuelo de la vida, fe en el contento de la vida después de la muerte,
también revela un deseo constante de consolar al pueblo fortaleciendo sus
creencias, aunque sea predicando un mensaje que él mismo no cree y que al final
la propia Ángela con su reflexión concluye que tanto su hermano como Don Manuel
murieron creyendo en no creer pero creyendo en la desolación activa, en el
último momento antes de su muerte; se entiende dentro del relato que si Don
Manuel y su discípulo Lázaro (hermano mayor de Ángela) hubiesen confesado a la
gente su estado de creencia, el pueblo no les habría entendido, ni creído, sino
que solo estimarían sus obras y no sus palabras.
La
historia me dejó como mensaje que la fe es un sentimiento de vivencia
individual, casi parecido al concepto de autoestima, es decisión de cada quien
creer o no creer, muchos creen en la existencia de algo que no es palpable, o
hasta en el hecho de dar sin mirar a quién, aprender a vivir llenándonos de
ilusión y con un propósito de vida, a no aferrarse por conseguir respuestas que
quizás no tengamos en el momento, a respetar el lugar que cada ser humano ocupa
en el planeta y a ser felices sin exigir tanto.
Victoria Alejandra Peña (2023)
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