Este
libro trata sobre el camino de Sartre y Simone. Vemos los acontecimientos desde
la perspectiva de Simone quien nos cuenta su vida cotidiana en compañía de
Sartre y su principio estado perjudicial desde la apertura.
Sartre
es un famoso filósofo que se dedica a escribir, manifestar y defender sus
ideales, políticas y personales. Simone, profesora y escritora, conoció a
Sartre y se convirtieron en estrechos amigos, compartiendo gran parte del
tiempo juntos y aún más en sus últimos años con la decadencia de salud del
hombre.
Los
problemas de Sartre comienzan a la entrada de la lectura, mostrándonoslo con
tendencias de fumar y beber, los cuales empeoran su estado. Y, aunque los
especialistas y amigos insisten en que deje esos hábitos, no les hace
importancia y continúa. Con el paso de los días y semanas, tiene tantos altibajos
como momentos de estabilidad, pero siempre los síntomas vuelven y está
constantemente de visitas del médico de confianza.
Uno
de las peores cosas que conllevó este empeoramiento de salud fue la pérdida de
vista con el tiempo y semi ceguera, causándole muchos sentimientos de
infelicidad e inutilidad ya que la lectura y escritura eran importantes
pasiones del filósofo. Simone y él eran frecuentes visitantes de restaurantes,
de obras de sus intereses y de lugares fuera de su normalidad. Pero con la
salud de Sartre, esas visitas fueron poco a poco complicándose, en las cenas
con amigos, Sartre, quien solía hablar y expresar sus opiniones con vividez,
ahora se mostraba ausente, callado e ido. Esto era depende a su estado, ya que
la enfermedad también le hacía tener días donde el habla no era posible y le
era muy complicado formar palabra.
Él
era un hombre optimista, desde el comienzo de su condición vio y aceptó su
presente con resignación y aceptación; Cosa que preocupaba a Simone ya que
aquellos días donde él se encontraba peor que de costumbre se mostraba ya
perdido y se llamaba a él mismo muerto viviente, porque para él, vivir era una
suerte, sí, pero siempre y cuando pudiera trabajar, cosa que últimamente había
sido difícil en sus condiciones. Y aunque Simone tratase de ayudarle,
escribiendo sus pensamientos y siguiendo sus libros, leyéndole libros de su
interés en las tardes como era su costumbre, no parecía ser suficiente.
La
mayoría de días se mostraba bien, escondiendo su dolor con esperanza de vivir,
mirando al futuro aunque él ya no fuera lo que un día fue, pero al final la
realidad siempre golpeaba y volvía la preocupación y el amargo sabor de boca.
Sartre
continuó con su vida incluso con su salud yendo abajo en picado, y hasta el
final, se podría decir que lo consiguió, con límites, claro está. Sin olvidar
los cuidados de Simone y los amigos a su alrededor que se preocupaban por su
bienestar.
Sus
últimos momentos de vida los pasó rodeados de amigos y cercanos en un hospital
cuando Simone lo encontró en su habitación jadeante y con otra «crisis de
aerofagia». Allí lo mantuvieron en cama intentando luchar contra la uremia, los
delirios eran constantes y, al final, Sartre murió en abril de 1980. Tuvo el
entierro deseado, incinerado y sus restos colocados en el cementerio
Montparnasse. Su funeral fue atendido por miles de personas, jóvenes que le
admiraban y por sus cercanos.
Este
libro me ha sido difícil de seguir, ya que todos los datos, nombres y fechas se
hacían demasiado estimulantes a momentos, pero al final ha valido la pena
llegar al final y ver el transcurso de sus historias. No creo que este sea un
libro ligero de leer, por su información y por su tema un tanto pesado, pero en
mi opinión es enriquecedor como Simone de Beauvoir, la escritora, narra la
muerte y su aproximación.
Y,
para terminar esta reseña, os dejo dos frases que me gustaron: “La muerte
estaba presente; Sartre le pertenecía” y “Su muerte nos separa. Mi muerte no
nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de
acuerdo durante tanto tiempo”.
Rocío Hernández (2023)
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