En
el año 1967 en Greenville, Mississippi, unos hombres ponen una bomba en el
bufete del abogado Marvin Kramer, él se dedicaba a la defensa de los derechos
humanos. Los dos hombres que ponen la bomba la colocan con la idea de
matar a Marvin, pero por accidente mueren sus dos hijos, ellos no querían eso,
si no habrían puesto la bomba es su casa, cosa que no hicieron. Sam
Cayhall fue acusado por la explosión y quedó sentenciado a muerte desde hace
más de 20 años, exactamente 22. Él luchó mucho para que le quitasen la pena de
muerte, pero cuando pensaba que ya era imposible…. Adam Hall se interesa en el
caso y quiere ayudarle, es un joven abogado que lo único que quiere es ayudar a
Sam en su problema, en el asunto de pena de muerte por el supuesto atentado a Marvin
y la muerte de sus dos hijos.
Se
interesa mucho y va a la cámara de gas, ya que el condenado,
sorprendentemente, es su abuelo, aunque nadie sospecha ya que no tiene el mismo
apellido que él, porque el padre se cambió el apellido cuando su padre (Sam Cayhall)
fue arrestado y también se cambiaron de Estado, para que así nadie
sospechase. Él lleva el asunto para intentar hacer lo máximo posible por
salvar a su abuelo y descubre que él era inocente, pero no sirve de nada ya que
Sam se niega a decir quién es el culpable para salvarle la vida, finalmente
acepta ser ejecutado en la cámara de gas injustamente, sabiendo que él
no fue el culpable y pudiéndose haber salvado.
Es
un libro curioso ya que la pena de muerte ya no existe, o al menos aquí, y me
alegro, ya que por personas como Sam moría gente injustamente o también se
llegaba a acusar gente inocente, que no podía salvarse de ninguna manera. Sam
pudo y no lo aprovechó. Me ha gustado mucho, pero el final me ha decepcionado
ya que no me lo esperaba así.
María Brocal (2023)
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