Trevor
había aceptado sacar a su perro todos los días de semana santa por 5.000
pesetas: el problema era el perro, que era capaz de pasar de 0 km por hora a
100. A Trevor se le había ocurrido la idea de atar el perro a sus patines y así
pasearlo, porque paseándolo normal el perro era muy potente e incontrolable. Todo
iba de maravilla hasta que llegaron al mercado, que tenían que reducir la
velocidad; pero Trevor se dio cuenta de que ni él tenía frenos ni el perro
tampoco, así que iban tirando gente y Trevor abrió los brazos para equilibrarse
y enganchó un bolso de una señora. Todos lo perseguían y acabó en comisaría.
Así que decidió pedir ayuda a su mejor amiga, Tina, que también tenía una perra,
la cual era amiga de Rayo, su perro.
Entonces
a Tina se le ocurrió la idea de adiestrar a Rayo con galletas. Rayo se las
comió todas y no consiguieron nada, así que ya le quedaba menos dinero de lo
que le prometió su madre. Entonces apareció el hijo del sargento Smugg, Charlie
Smugg, que le hizo la bromita de siempre de que eran novios y apostó que no
domesticaban a Rayo.
En
uno de sus intentos de domesticar a Rayo apareció Charlie, que no vio a Tina y
a Trevor y vertió huevas de rana en la bañera. En ese plan el móvil del padre
de Trevor estaba en el collar de Rayo y acabó destrozado y Tina y él otra vez
en comisaría y el móvil tenía seguro, pero hicieron una llamada de media hora y
tenía que pagarla: menos dinero de esas 5.000 pesetas.
Al
final Trevor comprende que adiestrar a Rayo valía una fortuna.
Ángel López (2022)
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