Leah sólo ve el mundo en trazos grises y negros. Ya no puede escuchar Here comes the sun. Ya no es ella... Ahora lleva un chubasquero para proteger sus emociones.
Axel vive su rutina, vive tranquilo, sereno y siempre ha escogido
el camino fácil, pero ¿es feliz?
Axel se mudó a Byron Bay cuando tan solo era un niño y
conoció a Oliver, cuando ambos tenían diez años nació Leah y desde entonces
Axel la ha considerado una hermana pequeña; capaz de hacer lo que él no puede:
expresarse pintado. Pero su vida da una vuelta radical cuando un
coche invade el carril contrario causando un accidente en el que los padres de
Leah mueren y ella lo presencia todo desde el asiento de atrás. Ahora un año
después Oliver se ve obligado a pedirle un favor a su mejor amigo, Axel, que
deje a su hermana vivir con él mientras Oliver se va a trabajar a otra ciudad.
Pero lo que encuentra cuando Leah entra en su casa por primera vez es muy
diferente de la niña que un día fue: ya no pinta, ahora ve el mundo en
tonalidades de grises y negros; ya no sale con su mejor amiga Blair, ahora se
encierra en su habitación dejando pasar las horas; ahora reprime sus
sentimientos, antes su sonrisa iluminaba toda una sala. Axel decide que eso ha
de parar por lo que obligará a Leah a afrontar sus miedos para convertirla en
la de antes, pero lo que él no sabe es que según vaya ayudándola empezará a
sentir lo mismo que ella lleva guardándose desde que era una niña: una enorme
atracción que supera la atracción física y mental, pues ella ya no es la niña
que un día fue ahora es una mujer que él no había querido mirar.
Qué decir de este libro: la pluma de la autora es de diez, sin
duda. Otro libro más fantástico, es increíble cómo vas acompañando a Leah
durante su camino de superación y maduración durante todo el libro y qué decir
de Axel…
Simplemente maravilloso, su evolución para ayudar a Leah
mientras intenta luchar contra los sentimientos que nacen por ella. He de decir
que leí este libro por la gran cantidad de buenas críticas que tiene y sin duda
las merece, Alice Kellen transmite muy bien los sentimientos de los
protagonistas desde sus dos puntos de vista y abarca varios temas que no suelen
ser habituales en este tipo de lecturas: depresión, ansiedad, perdida,
descubrimiento de uno mismo y mucha conexión entre el arte y la pintura. Y ¿qué
puedo decir del final? Se venía oliendo que pasaría y aun así sigue doliendo lo
mismo. A mí no me gustó la reacción de Oliver y el final sin duda te deja con
unas ganas locas de leer la continuación.
Lucía Gadea Monreal (2021)
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