Un
día Georg, un joven de 15 años, recibe la visita de sus abuelos, quienes le
entregan una carta escrita por su padre, ya fallecido hace más de 9 años y del
cual Georg apenas recordaba nada. Los abuelos la habían encontrado casi por
casualidad en el desván de su casa y que iba dirigida para él. Georg se
encuentra en plena adolescencia, es un joven inteligente, sensible y bueno,
lleno de preguntas y dudas sobre la vida, sobre su futuro. Vive con su madre y
el padre de sus dos hermanastros, que, aunque la relación es buena, siente el
vacío propio de quien ha perdido algo importante, aunque en ese momento no sabe
qué.
Inicia
la lectura de la carta, que le había escrito su padre, que murió cuando él tenía
cuatro de una dura enfermedad. Era médico, por tanto, consciente de su enfermedad
desde el principio, supo que moriría y se perdería el resto de la vida, que no
vería a su hijo durante su adolescencia, su juventud o su madurez, así que
decidió escribirle una hermosa carta, un relato de amor lleno de preguntas y respuesta.
La historia de la joven de las naranjas, una historia de amor, que acaba con un
final feliz, que contrasta con el suyo, que acaba con su muerte, pero no con el
amor que siente por su hijo y por su familia. La carta supone un salvoconducto
para la vida de Georg.
Todo
empieza con un encuentro casual, quizás como el encuentro de la carta, una
metáfora de qué significan las casualidades que quizás no lo sean tanto.
La
historia te engancha, también inquieta, sientes tristeza, rabia, ira. Conmueve comprobar
el amor que está presente en toda la novela, pero sabes desde el principio que
no te gustará el final, sin embargo, es hermosa, llena de preguntas y respuestas,
me ha gustado comprobar que el amor y la casualidad tiene una relación real.
Uno de esos libros que subrayas y que estoy segura volveré a leer muchas veces,
acudiré a él de vez en cuando.
María Giménez Pastor (2023)
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