La
historia comienza en un pequeño pueblo, Ringaryd, en el que viven dos hermanos,
Jonás y Annika, y su amigo David, los cuales se ven inmersos en una interesante
aventura relacionada con una casa y la finca donde se encuentra, llamada la
Quinta Selanderschen.
Allí se
dirigen a diario para cuidar las plantas mientras la dueña está fuera;
encontrando, con ayuda de un escarabajo pelotero, en el cuarto de verano una
serie de cartas, escritas por Andreas y su hermana Magdalena, dirigidas a la
amada del primero, llamada Emilie; cuyas pistas los llevan al hallazgo de una
antigua estatua egipcia sobre la que pesa una terrible maldición.
Durante
su investigación encuentran numerosos obstáculos, pero también personas que les
ayudan, como el párroco Lindroth y Julia (una muerta que a través de sus
llamadas telefónicas y mediante una partida de ajedrez les va dando pistas) y
otras que, sin embargo, interfieren en la misma, como el misterioso hombre del
Peugeot azul.
Al final
todo queda en el aire, lo que en principio era una estatua se convierte en dos
idénticas, la que ellos buscaban, descubren que es la que se encuentra en el
museo británico, pero… ¿y la que debería estar allí?...
El libro
me ha parecido muy interesante, a pesar de que no me gusta nada leer. Desde el
principio es un libro que te va “enganchando” y te mete en la historia que se
desarrolla, como si fueras un protagonista más. Los capítulos no son demasiado
largos y se hace ameno leerlos; además casi siempre terminan con algo
interesante para descubrir en el siguiente. A lo largo de la lectura, el libro
consigue hacerte creer o pensar que algo va a suceder de una determinada manera
y luego no es así. Se suceden muchos cambios inesperados, de ahí que consiga
despertar mi curiosidad. Además, el vocabulario utilizado me ha resultado
adecuado y entendible. Para terminar, decir que no me ha gustado el final del
libro: hubiera preferido que encontraran las dos estatuas.
Iván Miralles (3º ESO C) (2020)