Este
libro nos muestra el conflicto de la Segunda Guerra Mundial comparando ambos
bandos pero a través de los ojos de un niño. Éste, Bruno, no llega a ser
realmente consciente de esto y únicamente se queja del cambio de casa que deben
hacer ya que su padre es un militar de alto rango en el ejército nazi.
Bruno en
su nueva casa se aburre y pese a que sus padres le advirtieran de que no se
aleje decide salir a explorar un cercado que ha visto desde su ventana. En una
de sus aventuras se encuentra con Shmuel, un niño que se encuentra al otro lado
de la valla. Bruno no comprende por qué ese niño no puede ir a su casa a jugar,
de modo que acude todos los días a visitarlo, hasta que establece una verdadera
y secreta amistad con él.
Considero
que un libro es bueno cuando algo de él permanece en nuestra memoria, bien sea
por el divertido y sentimental argumento que posee o por una enseñanza que
contiene. En este caso, pienso que Bruno refleja a ese tipo de personas que
deciden no profundizar en lo que ocurre, y nos enseña los peligros que eso
conlleva. Shmuel, con su triste historia, nos recuerda que debemos ser
agradecidos y positivos, al margen de los problemas que tengamos.
Como
defecto, me pareció que al principio se extendía más en las anécdotas y
sentimientos del protagonista, y conforme se va adentrando, a la vez que más
interesante se va volviendo menos detallado. Desde mi punto de vista, le falta
un toque en el final, que aunque ya transmita bastante, algo más de sentimiento
mediante una pequeña anotación o gesto por parte del padre, o alguna anotación
de Bruno, podría mejorarlo.
Sandra Molina Tercero (1º BACH C) (2018)
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