Este
libro es el primero de la trilogía de Las
hermanas Concannon. La protagonista de esta primera parte es Maggie Concannon, una artista irlandesa,
sopladora de vidrio. Las obras resultantes de su trabajo transmiten mucha
fuerza ya que ella es una mujer fuerte, independiente y muy temperamental. La
imagen que proyecta Maggie de sí misma es solamente una fachada, pues ella es
igual de frágil que el vidrio que moldea. Su carácter duro y desconfiado es
producto de la mala relación que tiene con su madre, Maeve, una mujer dura,
amargada y resentida con su marido Thomas y sus hijas Brianna y Maggie,
culpándolos de arruinar su juventud y su sueño de ser una gran cantante
castigándolos con su indiferencia. Sin embargo, su padre, Thomas, un granjero bueno
y noble querido por todos, es todo lo contrario a su madre, es quien cree en
ella llegando incluso a hipotecar su casa para pagarle su formación de
sopladora de vidrio durante tres años en Venecia. En su padre encuentra el
amor, la comprensión, el apoyo y la fuerza para vivir y sobrellevar esa
situación tan dolorosa y tortuosa con su madre.
Cuando
Maggie comienza a tener éxito con sus obras fuera de su pequeño pueblo de
granjeros su padre fallece y todo su mundo se derrumba, se vuelve una ermitaña
y se refugia en su taller dando rienda suelta a su genialidad. Es entonces
cuando aparece Rogan Sweeney, un importante galerista dublinés y ferviente
admirador de sus obras, cuyo único deseo es convertirla en una gran artista
reconocida; pero ella no lo tiene tan claro ya que no confía en nada ni en
nadie. A pesar de no tener muchas cosas en común entre ellos surge una gran
atracción. Ambos proceden de mundos diferentes ella criada en la campiña
irlandesa y él en la gran ciudad de Dublín. Al final como en toda novela romántica
que se precie acaba triunfando el amor verdadero capaz de vencer todos los
obstáculos.
Los
escenarios de la novela nos transportan a una Irlanda de pastos, flores y
granjas con cielos de color malva, de belleza salvaje y costumbres rurales de
la Irlanda profunda; contrastada con la gran ciudad, Dublín, de grandes
edificios y calles ruidosas donde prima más el lujo.
Rosana Esquinas López (2º Bach C. 2012)
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