Carlos Alberto es un chico que sufre una depresión.
Su madre, harta de verlo sufrir, decide pedir cita para el psiquiatra. Cuando llega
el momento de la consulta la madre, un tanto molesta, le comenta al médico que
había pedido cita con el doctor Deva, y no con el doctor Fernando Méndez. La
madre se escandaliza todavía más cuando, al entrar en la habitación del médico,
descubre a su hijo hablando con éste, un paralítico cerebral. A partir de ese
momento, la autora responde a las preguntas de Alberto a través de un extenso y
detallado relato, en el que la vida de Fernando es el elemento principal.
María, la tía de Fernando, se encarga de sus
cuidados, sus medicamentos, su ropa... pero un día sufre un ataque de ansiedad
y tienen que llevarla al hospital. A partir de ese momento, Carmen y Fermín,
unos vecinos, se encargan de los cuidados de Fernandito.
La autora narra el día a día de las personas que
conviven con otras que padecen estas enfermedades, pero también el sufrimiento
de los propios discapacitados. Un momento de libro a resaltar sería cuando
Andrés muestra sus ganas y su constante lucha para que Fernandino reciba una
educación y sea aceptado en la sociedad como uno más.
El libro refleja muy bien la ignorancia de muchos
hacia estas enfermedades; la inocencia de otros, como es el caso de Pablo y
Andrés, los hijos de Carmen y Fermín; la curiosidad hacia lo diferente, como
ocurre con una niña que se sorprende al ver a Fernandito en su colegio… pero
también la sobreprotección que María ejerce con su hijo, relajándolo a base de pastillas
y otros medicamentos.
El libro te hace pensar y reflexionar hasta qué
punto nosotros mismos y la sociedad en general, somos tolerantes.
Un libro verdaderamente realista y conmovedor. Lo
recomiendo.
Claudia García Cobarro (3º ESO A. 2012)
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