Una mañana como otra, todos los miembros de la
familia de Gustavo (formada por su padre, Ramón; su madre, Joaquina; y su
hermano pequeño, Fernando) se disponían a ir a sus labores cotidianas. Al irse
todos, Joaquina se queda en casa limpiando, cuando llaman por teléfono: es la
tutora de Gustavo, que quiere hablar con ella. Quedan en verse por la tarde en
el instituto.
Le comunica que su hijo no asiste a clase y que sus
notas son bajísimas. La madre, alertada, decide hablar con su hijo. Durante la cena
(el chico no está), hablan de él y llegan a tal punto de tensión que Ramón le
pide el divorcio a su esposa. Ya de noche, Gustavo vuelve a casa sigilosamente,
pero su madre lo oye.
A la mañana siguiente, el padre se marcha
definitivamente de casa y Joaquina le busca un trabajo a Gustavo en un taller,
pero éste termina robando dinero para poder pagar la droga. El jefe lo despide
y reclama a Joaquina el dinero que su hijo ha sustraído.
Después de consultar con una amiga de Gustavo, de
hablar con su hijo Fernando y de escuchar en la radio un programa sobre
tratamientos para los drogadictos, Joaquina recibe el consejo de que lo ingrese
en un centro de desintoxicación. Pero como el sueldo de la madre no es
suficiente para pagar el tratamiento, su hermano Fernando deja los estudios y
empieza a trabajar en una carnicería.
Pero la respuesta de Gustavo es fugarse una y otra vez del centro... Joaquina opta por una decisión difícil: prestarle más atención a su hijo pequeño y cambiar la cerradura de la casa, para impedir el acceso de Gustavo.
Pero la respuesta de Gustavo es fugarse una y otra vez del centro... Joaquina opta por una decisión difícil: prestarle más atención a su hijo pequeño y cambiar la cerradura de la casa, para impedir el acceso de Gustavo.
Este libro me ha parecido muy interesante, porque
en la droga puedes caer en cualquier momento. Y cualquier persona. Además, el
final te deja muy intrigado en esta novela. ¿Deja Gustavo finalmente su adicción?
Jesús Sandoval Ribera (1º ESO A. 2013)