En este libro se cuenta la peculiar historia de la familia
Durrell en su estancia en la isla de Corfú, en Grecia. Deciden mudarse allí
(bueno, más bien son obligados por el hermano mayor, Larry) cuando Gerry (autor
y protagonista de la obra) tenía tan solo cinco años. Por aquel entonces, la
familia Durrell estaba compuesta por seis miembros: Larry, Leslie, Margo,
Gerry, la madre de todos ellos y Roger, el perro.
Y digo por aquel entonces porque, desde el mismo
momento en el que Gerry pone un pie en la isla, toda aquella fascinación que
sentía por todo tipo de animales se ve acrecentado, lo que se refleja en el
número de miembros de la familia, que se ve aumentado: reptiles, insectos,
aves... cualquier tipo de ser vivo es bueno para Gerry para que conviva con
él.
Y, lejos de que sus curiosidades (o
excentricidades) agradasen a su familia, todo esto se acrecienta más cuando
conoce a Teodoro, otro amante de la biología y de toda clase de vida.
Con un ingenioso sentido del humor, Gerrald Durrell
nos expone una pequeña parte de su vida, sus idas y venidas por la isla griega
de Corfú en compañía de su perro Roger. Nos detalla y nos habla de todo aquello
que nadie parece percibir en los lindes de la hierba, en las paredes de
cualquier roca o en la transparencia de cualquier agua. Todo ello con un
apreciable amor a todo cuanto describe. Es la esencia de la vida contada por un
biólogo que creció rodeado de lo que siempre le gustó.
Mª Ángeles Lozano (2º Bach A. 2013)