Tsukuru Tazaki se había preguntado toda su vida por qué no tenía un color
oculto en su apellido, igual que todo el mundo. Además, se consideraba una
persona aburrida, sin nada que aportar y sin ningún papel dentro del grupo de
amigos del instituto que formaba junto a Aka, Ao, Shiro y Kuro. Sin embargo,
era esto último, el hecho de pertenecer a este grupo, lo que daba sentido a su
vida. Los cinco amigos eran inseparables, muy diferentes entre sí, pero se
complementaban formando un todo perfecto y armonioso.
Cuando el instituto acaba, todos los componentes del grupo, excepto
Tsukuru, continúan viviendo en la ciudad de Nagoya, estudiando en diferentes
universidades. Nuestro protagonista, sin
embargo, se desplaza a vivir a Tokio para estudiar lo que verdaderamente le
gusta: las estaciones de tren. Esto no hace que los amigos se distancien en
absoluto, ya que Tsukuru viaja con frecuencia a Nagoya para visitarlos e
intercambian vivencias. Un día, Tsukuru recibe de manera repentina una llamada
de su amigo Ao diciéndole, sin ningún motivo aparente, que ni él ni los otros
tres componentes del grupo quieren volver a verlo ni saber nada de él. Este
hecho destroza por completo a Tsukuru, que pasa varios meses encerrado en su
apartamento de Tokio, sin apenas comer y llegando a pensar incluso en la idea
del suicidio.
Finalmente, logra salir de esta desagradable situación cuando conoce a
Haida, un joven con el que va frecuentemente a nadar y que comparte con Tsukuru
su enorme afición por la música, sobre todo por Los años de peregrinación
de Liszt, una maravillosa composición de varias obras para piano que Tsukuru
escucha repetidamente analizando minuciosamente el significado de cada nota, y
que inevitablemente le hace pensar en su
antigua amiga Shiro, excelente pianista que interpretaba de una manera
impecable Le mal du pays, una de esas obras, que expresa la tristeza que
la contemplación de un paisaje bucólico crea en el alma. Desgraciadamente,
Haida acabará abandonando a Tsukuru, como aquellos que fueron sus mejores
amigos, dejándole el disco de música de Liszt como recuerdo de su amistad.
Afortunadamente, dieciséis años después conoce a Sara, una mujer de la
que se enamora perdidamente, y que propone al protagonista investigar el
paradero actual de sus cuatro amigos, así como el porqué de su tajante
decisión. Esto hará que Tsukuru descubra
de una vez por todas, la verdad, así como una muerte desgarradora, amores
ocultos de adolescentes, falsas acusaciones…. Todo ello ligado al recuerdo y a
las notas de un piano.
La verdad es que este libro me ha encantado. Me ha fascinado la manera
tan impresionante que tiene el autor para expresar los sentimientos y los
distintos estados de ánimo por los que pasa el protagonista. Lo expresa de una
manera que parece real, que casi puedes sentirlo. Además, me ha gustado el
hecho de que introduzca algunas nociones de música clásica para compararlo, a
modo de metáfora, con la añoranza, el recuerdo y la tristeza que se respira en
la obra. Es verdaderamente un libro espectacular.
Laura García Cobarro (1º Bach A) (2014)
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