Albert Huigens, un joven belga, se está despidiendo
de Astrid, una amiga muy especial para él. Cuando ambos esperan en el
aeropuerto la última llamada para embarcar, esta le regala una especie de
talismán de malaquita con forma de cocodrilo. Astrid le explica que fue su
padre quien primero se lo regaló a ella y que esa figura formaba una sola pieza
junto con otra idéntica. También le cuenta que tienen un significado especial y
que proceden del Congo. Minutos más tarde Astrid toma un vuelo hacia África y
Albert vuelve a casa. Esa misma noche la figura del cocodrilo empieza a
desprender calor y a girarse indicando siempre un mismo punto, como si fuese
una brújula. Absorto y sorprendido, Albert cree que lo sucedido tan solo es una
alucinación producto del cansancio.
A la mañana siguiente, el joven se dirige a la casa
de Bertrand, un amigo que conoce a la perfección África y todo lo relacionado
con los ritos y sus costumbres. Allí su amigo le cuenta que nunca había visto
nada igual, pero que un poderoso brujo albino vive cerca y quizás puede
aclararle algo. Sin pensarlo dos veces Albert visita a Libunga, y este le pide
que le muestre el objeto, pero cuando el chico va a sacarlo se percata de que
está muy caliente, y teme que algo esté sucediendo. Libunga entra en una
especie de trance y cuando vuelve en sí le advierte de que si no le entrega
ambas mitades, Astrid corre peligro. Albert no le cree y vuelve de nuevo a
casa. Esa noche recibe una llamada: el vuelo donde iba su amiga ha tenido un
accidente y nadie sabe el paradero del avión y de los pasajeros. Desde ese
momento empieza la verdadera aventura de Albert, que hará lo imposible por
encontrar sana y salva a Astrid. Pero para ello tendrá que sortear diversos
obstáculos y enfrentarse a la cruda realidad africana, donde el tiempo pasa sin
que él pueda evitarlo y donde la guerra es la principal preocupación de los
ciudadanos. Sin embargo, durante la travesía también es ayudado por personas
que comprenden su situación y que son el fiel reflejo de que en todas partes
hay gente dispuesta a ayudar a cambio de nada. Al final del libro, el personaje
recuerda a estas personas y se dispone a recompensarlas por todo.
Quizás hubiese preferido que surgiese alguna
historia secundaria a la principal, porque el libro se centra tan solo en lo
que le ocurre a Albert, y esto en ocasiones puede ser un poco repetitivo. De
todas formas me ha gustado la forma de introducir los ritos mágicos y los
brujos como parte indispensable de la obra. Desde mi punto de vista el final es
de lo mejor del libro.
Claudia García Cobarro (4º ESO A. 2012)
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