Empezaré
por acortar el título a El abuelo que
saltó. No contiene el mismo significado, pero servirá en el contexto.
El abuelo que saltó es el libro más inteligente, ágil y sagaz que he
tenido el privilegio de leer.
Acompañamos a un
anciano, el día de su cumpleaños centenario. Horas antes de la celebración,
para ser exactos. Ahora, vendría un pequeño resumen de los hechos que acarrean
el argumento del libro. Pero me resulta complicado, ya que cada párrafo, cada
explicación es tan depurada y mimada que no podría reflejarlo aquí. Bueno, eso
y que sigue 2 historias. Una es la del abuelo y la maleta que casualmente
decide robar de un joven con pintas de partir piernas, en 2003, y la otra es de
la historia del mundo del siglo XX, con el abuelo de protagonista, con el que
el autor explica cómo un solo hombre comió con Franco, cenó con Stalin, prendió
fuego a Vladivostok, le dio la receta de la bomba atómica a Estados Unidos
mientras trabajaba de camarero, se hizo agente de la CIA , sembró el caos en
Afganistán, salvó al presidente de los Estados Unidos, presenció la muerte de
otro, se encontró con el hermano de Albert Einstein camino a un gulag,
participó en la corrupción de Bali y se tomó un café en medio de un París
revolucionado junto al presidente de los Estados Unidos (uno diferente) y el de
Francia. Ah, y también cambió el futuro entero de China en un barco.
Por supuesto, si hubiera
dado los hechos en orden, hubiera sido demasiado fácil y revelador, por no
decir que mucho, mucho más caótico. El autor, Jonas Jonasson, consigue
entrelazar todos estos hechos con una facilidad que solo puedo pensar que le tomó
varios años, y que, después de leerlo varias veces, me sigue sorprendiendo.
Y aún queda la trama de
2003 por explicar, pero esa se la dejo al lector por descifrar, esperando que
adquiera este libro y se maraville con la absurda plausibilidad de este libro.
Francisco Manuel Martínez Martínez (2º ESO A) (2017)