Bastien es un chico de 12 años que se
muda a Laville-Saint-Jour, por la gran necesidad de sus padres de rehacer sus vidas
tras la muerte de su hermano pequeño, Jules, que fue atropellado por un
mercedes azul marino cuando tan solo tenía 16 meses.
Poco después de la muerte de su
hermano, en su ordenador recibe mensajes extraños de unas palabras que escuchó
en su cabeza cuando atropellaron a su hermano: “Algún día sucederán cosas
terribles y ya nada será como antes”.
En Laville-Saint-Jour, ciudad francesa
envuelta por una densa y angustiosa niebla, un horrible caso de asesinatos y
raptos de niños, conocido como el caso Talcot, que ocurrió hace 8
años y estaba aún sin resolver, reaparece de nuevo con nuevos cadáveres y
Claudio Bertegui, un astuto comisario, se encarga de la nueva
investigación.
Bastien, desde el terrible suceso de
Jules, no deja de tener pesadillas y una la tiene hasta en clase, y es entonces
cuando Audrey Miller, su profesora de literatura, se preocupa por él
e intenta ayudarlo porque, a pesar de todo, es un chico talentoso.
Un día Bastien acepta la invitación que
recibe en el Messenger de Jules Moreau; efectivamente ese era el nombre de su
hermano atropellado, y le dice que es el espíritu de Jules y además lo sabe
todo sobre Bastien, pero ¿realmente es el espíritu de su hermano? Porque Audrey
comprueba una escritura perfecta, propia de un adulto, y si era así, ¿qué
persona tan perversa se pondría el nombre de su hermano? ¿Cuál sería su
objetivo?
También a Bertegui le surgen
muchas preguntas: ¿Quién o quiénes se escondían tras esos siniestros
asesinatos? ¿Sería la horrible familia Talcot?
En mi opinión el libro es intrigante y tengo que
reconocer que está bastante bien, pero algo raro cuando trata de los espíritus
y el final es algo inesperado, pero en general es una buena historia.
María Palazón del Cerro (1º ESO A. 2013)