Raven es
una chica excéntrica, con personalidad, rebelde a la par que aventurera,
diferente al resto de adolescentes. Con tan solo 5 años ya sabía cuál iba a ser
el objetivo de toda su vida: ser un vampiro. La infancia de Raven se resume en
su fanatismo-desorbitado interés por Anne Rice y en noches delante del
televisor viendo películas de Batman, El Padrino, Drácula y episodios de Dark
Shadows junto a sus padres, dos almas gemelas que en un principio se negaban a
aceptar que la década de los setenta había concluido. Raven, sus padres y “El
Raro” (hermano de Raven) viven en Dullsville, un pequeño pueblo en el que nunca
pasa nada, nada reseñable. Raven solamente contaba con una amiga, Becky Miller,
una chica humilde, la única que aceptaba cómo era realmente, y Raven, la única
que protegía a su indefensa e inocente compañera. El día del decimosexto
cumpleaños de Raven, esta recibe una gran noticia: alguien había ocupado la
vieja mansión encantada de Dullsville, que se encontraba en lo alto de Benson
Hill y llevaba años y años sin ser habitada. La mansión que siempre le
había fascinado desde pequeña por su apariencia gótica (otros la consideraran
antiestética) e incluso había llegado a entrar en ella para curiosear. La leyenda
contaba que la mansión había sido construida por orden de una baronesa rumana,
unida fuertemente a la magia negra y la brujería, que huyó de su país. ¿Quiénes
eran los nuevos habitantes de la mansión? ¿Familiares de la baronesa? Y… lo más
importante: ¿sus nuevos moradores eran, como se rumoreaba por el pueblo,
VAMPIROS?
Una
noche, cuando Raven y Becky pasaban en camioneta por delante de la mansión,
Becky estuvo a punto de atropellar a un joven de pelo negro y piel blanca, de
apariencia vampírica, que llevaba un cubo de pintura roja (que al derramarse
por la carretera confundieron con sangre). Desde esa noche, Raven tiene aún más
curiosidad por conocer a la familia que ocupaba la mansión, y sobre todo,
conocer aquel extraño chico. Poco a poco Raven va obteniendo más información
sobre él, Alexander, aunque no le resulta fácil aproximarse a descifrar el
misterio que le rodea puesto que Trevor Mitchell, compañero de clase de Raven,
se implica en entorpecer su misión y ridiculizarla, ya que ella no forma parte
de su círculo de aduladores. Las múltiples venganzas de Trevor y Raven serán
muy recurrentes a lo largo del transcurso de la historia de intriga y
relaciones humanas relatada en este libro que la autora deja abierta:
¿Conseguirá Raven disipar sus dudas sobre Alexander por el que siente algo más
allá de la amistad a través de un beso de “vampiro”?
El
primer libro de la saga Vampire Kisses de Ellen Schreiber (consta de 8
libros, solamente 3 traducidos al español) es, en mi opinión, sencillo,
entretenido e idóneo para pasar una buena tarde. De rápida lectura, quizás por
el gran peso que tienen los diálogos, que hacen más ágil y amena su lectura.
Aunque las historias de vampiros inciten a ser prejuzgadas, esta historia es
diferente, tiene un toque muy original por su enfoque. La historia es narrada
por el personaje central, Raven, bien definido y caracterizado, una heroína
atípica de aspecto gótico, que muestra personalidad y fortaleza psicológica, no
se deja intimidar por lo que otros piensen de ella, y es abanderada de los más
débiles, de los que son objeto de mofa por quienes creen que pueden decidir
sobre la vida, gustos y apariencia de los demás. Otro de los puntos fuertes son
las continuas, divertidas y sorprendentes peleas con Trevor, que además de ser
un claro reflejo de las relaciones de los adolescentes actuales, prueba cómo la
protagonista no se abruma por la presión social y las circunstancias adversas y
con ingenio gana la partida. Vampire Kisses llegó a ser elegido libro
del año para jóvenes por la Biblioteca Pública de Nueva York y también fue
elegido como ALA Quick Pick para Jóvenes Lectores Reticentes.
Cristina Garrido Caballero (1º Bach A. 2012)