martes, 12 de mayo de 2020

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas




El libro trata dos historias en paralelo: El fin del mundo y Un despiadado país de las maravillas, que aparentemente no tienen mucho que ver, pero conforme va avanzando la trama, intercalando capítulos de estas, vamos relacionándolas (o intentándolo).
La primera historia, El fin del mundo, comienza con un hombre que desconoce su propia identidad, adentrándose en una ciudad de lo más peculiar, de la que no se puede salir una vez entras, y para la que es necesario abandonar tu sombra, no en un sentido metafórico: tu sombra. En esta ciudad, poblada entre otros por unicornios dorados, se encargará de leer los sueños de los habitantes.
Por otra parte, tenemos El despiadado país de las maravillas, que tiene como protagonista un personaje que, aunque él sí, nosotros no conocemos su identidad. Lo que sí sabemos es que trabaja para el sistema, como calculador, en la ciudad de Tokio y que tiene un grupo enemigo, los semióticos, que se mueven en el mercado negro. Recurriendo a los servicios de un científico y su nieta, acabará enfrentándose a otro grupo de enemigos en el escenario en el que se desarrolla la mayor parte de esta historia, las alcantarillas.
Aunque por el resumen de la primera historia nos pueda parecer una fantasía muy juvenil porque menciona unicornios y un mundo fantástico, se trata de una lectura de lo más compleja, de envolver varios personajes con una psicología totalmente diferente y muy definida en cada caso.
La manera en la que se avanza contando desde la perspectiva del narrador, que es el protagonista con cada detalle puede atraparte desde el primer momento o distraerte de la trama principal. Recuerdo un momento específico en el que en El país de las maravillas, mientras espera al científico para el que trabajará, hace una reflexión de dos páginas completas sobre la opinión que le crea una persona dependiendo del tipo de sofá que tenga en su salón. Y es que me ha llamado la atención tanto la calidad de los debates psicológicos que se producen con cada personaje como la calidad de las descripciones de estos dos mundos, que al tratar tanta fantasía de no ser por estas serías muy fácil perder el hilo de la trama.
También es notable la capacidad de crear tensión en el final de cada capítulo para que nos leamos el siguiente, que trata otra historia, y querer pasar al siguiente para saber cómo se resolverá creando así una constante tensión entre ambas historias. Pero con todo esto no es una lectura que recomiende para pasar el rato, ya que aun estando atento de cada detalle y comprendiendo cada palabra, el libro deja ideas, no sin resolver, pero dejándonos pensar. El libro no nos dice qué tenemos que pensar: nos ofrece la historia… y nosotros sacamos nuestras conclusiones.

María José Arnaldos (1º Bach E) (2020)

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