domingo, 28 de junio de 2020

El árbol de los deseos




La historia comienza con una niña llamada Dulcie, que la noche del día de su cumpleaños se metió a la cama con el pie izquierdo y le dio la vuelta a la almohada. Al levantarse, Dulcie se encontró con un chico de cabello rojo llamado Maurice. Desde la ventana la llamaban Alice (su niñera), Dick y George (su vecino). Dulcie bajó por una escalera muy peculiar que tenía Maurice. Como era el cumpleaños de Dulcie decidieron hacer un pequeño viaje al Árbol de los Deseos montados en poney y en un carruaje que dirigían caballos.
En el camino se encontraron con un vejete que decidió acompañarles ya que él afirmó que sabía el camino. Por el camino encontraron un árbol de hojas blancas pero el vejete dijo que no era el Árbol de los Deseos. Cogieron varias hojas de este árbol y al cogerlas estas hojas cambiaban de color según los deseos de una persona. Siguieron el camino que les indicaba el vejete, se dieron cuenta de que si deseaban algo, fuera lo que fuera, este se les aparecía de repente, así encontraron al marido de Alice que estaba desaparecido. Pero esto de los deseos tenía una parte mala y era que, si deseaban algo malo, esa persona se convertía en alguien de tamaño diminuto. Y así fue que Dick, Dulcie y Alice. Los demás desearon también hacerse pequeños y así fue. Intentaron seguir el viaje a pie, pero con ese tamaño era imposible, así que desearon que el marido de Alice se hiciera grande y este metió a todos en su sombrero para seguir caminando.
Por varios motivos Egbert ya no les acompañaba. Alice, frustrada, deseó estar en su casa, pero consiguió volver. Se veía un gran árbol de hojas de mil colores. Allí Maurice saludó al Hermano Francisco (el árbol) y les contó que el árbol con el que se habían topado anteriormente sí era el árbol de los deseos, pero que no se debían coger sus hojas porque, si cada vez que pasaran personas estas cogían una hoja, el árbol se quedaría sin ellas. Ellos rectificaron, le dieron las hojas al Hermano Francisco y se despidieron. Ya estaban de vuelta y encontraron un extraño río, que todos atravesaron. Alice despertó. Y si el próximo año la noche de su cumpleaños Alice volvía a entrar a la cama con el pie izquierdo y darle la vuelta a la almohada ¿qué podría ocurrirle?
El libro me ha parecido bonito, pero a la vez se me ha hecho un poco aburrido lo que es la mitad del libro. Los personajes me han parecido muy acertados, me gusta mucho el carisma del viejo Egbert y el descaro que tiene Alice. El mensaje que se da final me ha parecido muy bueno y necesario, que es que tenemos que respetar la naturaleza y nuestro entorno. Recomiendo el este libro a las personas que le gusten las historias de fantasía.

Victoria Hernández Segura (3º ESO C) (2020)

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