sábado, 15 de abril de 2023

La ceremonia del adiós

 


Este libro trata sobre el camino de Sartre y Simone. Vemos los acontecimientos desde la perspectiva de Simone quien nos cuenta su vida cotidiana en compañía de Sartre y su principio estado perjudicial desde la apertura.

Sartre es un famoso filósofo que se dedica a escribir, manifestar y defender sus ideales, políticas y personales. Simone, profesora y escritora, conoció a Sartre y se convirtieron en estrechos amigos, compartiendo gran parte del tiempo juntos y aún más en sus últimos años con la decadencia de salud del hombre.

Los problemas de Sartre comienzan a la entrada de la lectura, mostrándonoslo con tendencias de fumar y beber, los cuales empeoran su estado. Y, aunque los especialistas y amigos insisten en que deje esos hábitos, no les hace importancia y continúa. Con el paso de los días y semanas, tiene tantos altibajos como momentos de estabilidad, pero siempre los síntomas vuelven y está constantemente de visitas del médico de confianza.

Uno de las peores cosas que conllevó este empeoramiento de salud fue la pérdida de vista con el tiempo y semi ceguera, causándole muchos sentimientos de infelicidad e inutilidad ya que la lectura y escritura eran importantes pasiones del filósofo. Simone y él eran frecuentes visitantes de restaurantes, de obras de sus intereses y de lugares fuera de su normalidad. Pero con la salud de Sartre, esas visitas fueron poco a poco complicándose, en las cenas con amigos, Sartre, quien solía hablar y expresar sus opiniones con vividez, ahora se mostraba ausente, callado e ido. Esto era depende a su estado, ya que la enfermedad también le hacía tener días donde el habla no era posible y le era muy complicado formar palabra.

Él era un hombre optimista, desde el comienzo de su condición vio y aceptó su presente con resignación y aceptación; Cosa que preocupaba a Simone ya que aquellos días donde él se encontraba peor que de costumbre se mostraba ya perdido y se llamaba a él mismo muerto viviente, porque para él, vivir era una suerte, sí, pero siempre y cuando pudiera trabajar, cosa que últimamente había sido difícil en sus condiciones. Y aunque Simone tratase de ayudarle, escribiendo sus pensamientos y siguiendo sus libros, leyéndole libros de su interés en las tardes como era su costumbre, no parecía ser suficiente.

La mayoría de días se mostraba bien, escondiendo su dolor con esperanza de vivir, mirando al futuro aunque él ya no fuera lo que un día fue, pero al final la realidad siempre golpeaba y volvía la preocupación y el amargo sabor de boca.

Sartre continuó con su vida incluso con su salud yendo abajo en picado, y hasta el final, se podría decir que lo consiguió, con límites, claro está. Sin olvidar los cuidados de Simone y los amigos a su alrededor que se preocupaban por su bienestar.

Sus últimos momentos de vida los pasó rodeados de amigos y cercanos en un hospital cuando Simone lo encontró en su habitación jadeante y con otra «crisis de aerofagia». Allí lo mantuvieron en cama intentando luchar contra la uremia, los delirios eran constantes y, al final, Sartre murió en abril de 1980. Tuvo el entierro deseado, incinerado y sus restos colocados en el cementerio Montparnasse. Su funeral fue atendido por miles de personas, jóvenes que le admiraban y por sus cercanos.

Este libro me ha sido difícil de seguir, ya que todos los datos, nombres y fechas se hacían demasiado estimulantes a momentos, pero al final ha valido la pena llegar al final y ver el transcurso de sus historias. No creo que este sea un libro ligero de leer, por su información y por su tema un tanto pesado, pero en mi opinión es enriquecedor como Simone de Beauvoir, la escritora, narra la muerte y su aproximación.

Y, para terminar esta reseña, os dejo dos frases que me gustaron: “La muerte estaba presente; Sartre le pertenecía” y “Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo”.

 

Rocío Hernández (2023)

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