domingo, 5 de abril de 2015

La última noche de Víctor Ros



Víctor Ros es uno de los detectives e investigadores más prestigiosos del momento. Cuando Bárbara Miranda, una peligrosa psicópata, escapa de su celda en Suiza, el Sello de Brandenburgo, una asociación que la vigilaba, pide ayuda urgente a Víctor. Sin embargo cuando este se halla inmerso en el caso ocurre otro suceso que requiere sus servicios. Ramón Férez, el hijo de un importante empresario de Oviedo aparece asesinado. Desde un primer momento se señala como principal sospechoso al afinador de pianos Carlos Navarro, su amante en cuya chaqueta aparece una nota que claramente le inculpa, pero Víctor Ros sabe que hay algo o alguien detrás y que un caso así no puede tener una solución tan evidente. Poco después se confirman sus sospechas ya que esa nota no fue escrita por Carlos Navarro sino que quien realmente asesinó a Ramón Férez quería ponerlo en el punto de mira y así quedar exento de la culpa. En el pueblo ovetense poco tardan en llegar los rumores acerca del caso y de las últimas investigaciones, es por eso que tanto Víctor como el juez del caso Agustín Casamajó y el alguacil Castillo deciden mantener al acusado en la cárcel provisionalmente para no levantar las sospechas del verdadero asesino. Pero Víctor no puede perder más tiempo y comienza a buscar otros posibles culpables e indicios, pruebas con las que trabajar. El siguiente sospechoso es José Granado, el caballerizo, quien en un principio contaba con otra identidad y cerca del cual encuentran restos de sangre, a pesar de ello hay otras pruebas que señalan que esa noche incumpliendo con su deber el mozo no se encontraba junto al señorito Férez.
El detective Ros se encuentra desconcertado ante una avalancha de indicios y pruebas, de pistas falsas y de situaciones equívocas que lejos de ayudarles le confunden y frustran aún más. Por eso, Ros se ve obligado a pedir ayuda a su hijo adoptivo Eduardo, quien se suma al caso. Para hacer nuevas averiguaciones Víctor se dirige a la casa de los Férez y allí descubre que Mariana Carave, esposa de Reinaldo Férez, no era la madre biológica del muchacho asesinado, dato que la hace ser sospechosa, aunque ni siquiera el padre de la víctima es descartado. Reinaldo Férez es un hombre de gran carácter y sobretodo mujeriego, como demuestran las continuas infidelidades de este a su mujer. Por si fuera poco el detective consigue descubrir que Reinaldo sufría sífilis y que por su culpa toda su familia se había visto salpicada por esta cruel enfermedad. La repentina desaparición de Cristina Pizarro, institutriz de la familia Férez y su hermano Emilio, el aparente suicidio de la sirvienta Micaela que resulta ser un premeditado asesinato, el envenenamiento de su cura confesor, la aparición de nuevos sospechosos y de un amor del pasado, Esther Parra, hará más difícil si cabe que Víctor Ros pueda resolver este caso. En esta novela no falta el misterio como hilo conductor de la trama, la cual se llega a enredar a tales extremos que es difícil diferenciar qué es lo que realmente es cierto y qué trampas son puestas en el camino tan solo para ocultar la verdad.    

La verdad es que me ha resultado bastante complicado reseñar este libro porque cualquier detalle es clave para la investigación en la que se halla el protagonista y omitir o desvelar prematuramente algunos de ellos podría haber restado interés al libro de cara a futuros lectores. Lo que más me ha sorprendido es que en este tipo de novelas resulta difícil sorprender al final, cuando ya parece todo tan claro y evidente, y en este caso yo diría que el desenlace es lo que más me ha gustado e impresionado del libro. Sin duda lo recomiendo. 

Claudia García Cobarro (2º Bach A) (2015)

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