sábado, 9 de abril de 2011

Rastro


En esta segunda parte de Temblor cambian mucho las cosas. Todo lo que parecía perfecto para ellos se convierte en un infierno. Sus vidas han cambiado totalmente. Sam es Sam, y no un lobo; Cole (cantante del grupo de música Narkotika, que sólo quiere olvidar su pasado) sigue siendo Cole, lo cual le disgusta porque le gustaría ser lobo; Olivia sigue siendo loba; e Isabel sigue siendo Isabel... Pero Grace deja de ser Grace.

Todo empieza cuando Grace va paseando con Isabel y se encuentran con un hombre lobo que está desangrado. Éste tiene una enfermedad que le es contagiada a Grace. Al ser dejada por su padre cuando era pequeña en el coche y casi morir de calor, no puede transformarse en loba; y sólo existe una cura para la enfermedad de la que se ha contagiado: convertirse precisamente en loba. Para colmo, los padres de Grace descubren que ella y Sam duermen juntos. Y se oponen a esa relación. Beck no está (se ha convertido en lobo para siempre) y ahora es Sam quien se hace cargo de la manada y tiene que cuidar a los "lobos nuevos" que Beck convierte en lobos por voluntad propia. Éstos (Cole y Víctor) son los miembros del grupo de música, y Sam tendrá que ocultarlos para que no los descubran. El más interesante es Cole. Es un chico que ansía poder transformarse... pero no puede, por mucho frío que haga. Sam no entiende a Cole: le recuerda a Shelby. Las cosas entre Sam y Grace se complican mucho; tanto, que Sam debe despedirse de ella, pero no para siempre.

Este libro me ha gustado mucho, pero también me ha impactado la forma en la que cambian las cosas tan radicalmente con respecto a la primera parte. Todo es muy contradictorio. Las cosas pasan de ir bien entre Grace y Sam a ir fatal, hasta el punto de que Grace se está muriendo y Sam ha de despedirse de ella. Pero todo abandono deja un rastro.


Cristina Molina Ruiz (2º ESO B. 2011)

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