sábado, 26 de marzo de 2011

¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela?


¿Te has preguntado alguna vez por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? Es una buena pregunta. Aunque realmente es muy probable que no te la hayas preguntado, seguramente sí te hayas dado cuenta de ello. Y no es problema tuyo ni de tu cuerpo -tranquilo. Todo tiene su explicación. Charles Darwin alegó que nuestra respuesta a las cosquillas de movernos y retorcernos de la risa es parte del reflejo natural que nos ayuda a zafarnos de los atacantes cuando nos tienen presos. Por tanto, nosotros mismos no nos podríamos hacer cosquillas porque sabemos perfectamente que lo vamos a hacer, dónde y cómo, lo que no resultaría ninguna amenaza.
Hablando de cosquillas, en este curioso libro también encontrarás más preguntas referidas al tema de las cosquillas, tales como que ¿por qué el pie derecho siente más cosquillas que el izquierdo? Siendo sincera, yo no me había dado cuenta de esto, pero es cierto que es más fácil para mí aguantarme cuando me hacen cosquillas en el pie izquierdo (en efecto, me recorría la intriga y fui a comprobarlo). Pero… ¿por qué? Bueno, parece que unos científicos italianos estuvieron estudiando el tema y no es el pie derecho autoritariamente, sino que una gran mayoría así lo tiene. Se ha sugerido la explicación, porque parece ser que no está totalmente demostrado, de que el lóbulo izquierdo (que es el que se encarga de las acciones de la parte derecha de nuestro cuerpo) está asociado a las emociones positivas como la risa. Curioso, ¿verdad?
Pero esto no acaba aquí, hay cientos de preguntas así y más interesantes por todo el libro. Y ya que estamos hablando del cerebro, hablaré también sobre unas preguntas que me dejaron muy satisfecha. ¿Es posible que nos duela el cerebro si pensamos demasiado? No sé vosotros, pero me sorprendió ver esta clase de pregunta en un libro como este (pero luego se van encontrando más preguntas graciosas que de verdad se te han pasado por la cabeza, lo cual llega a gustar mucho). Me hizo gracia sobre todo por lo de “pensar demasiado”, como si hubiera un límite para pensar cada día – solamente se puede pensar sin riesgos de dolores de cabeza tres problemas de matemáticas, que ya son muchos, y dos de filosofía, a partir de ahí, neurofrén, tu mejor amigo. El caso es que tal parece que lo han investigado, y no, lo que en realidad te duele no es el cerebro. El cerebro en realidad carece de receptores de dolor, lo cual ayuda a quienes estudian su funcionamiento usando nada más anestesia local para poder abrir el tejido y tal; bien por ellos. Total, que lo que en realidad te duele es la cabeza pero por haber cogido una mala postura para pensar, pequeño filósofo.
Sigo con las preguntas referidas al cerebro y ya la última, aunque sé que gustan. Esta ya es un poco más seria, y va dedicada a tu madre. Sí, porque supongo que estarás harto (o harta) de que te repita una y otra vez que te pongas el gorro cuando te vas de viaje en invierno. Yo de ti le haría caso que las madres son sabias. La siguiente pregunta va referida a eso. ¿Es cierto que perdemos un 20% de calor corporal por la cabeza? La verdad es que si fuera cierto explicaría muchas cosas, como el hecho de que cuando te duchas notas más el cambio de temperatura en la cabeza que en el resto del cuerpo. La cabeza representa menos de un 10% de la superficie total de nuestro cuerpo pero, aun así, la densidad de vasos sanguíneos que tiene implica que tenga una mayor pérdida de calor. Y además se ha demostrado que el uso de gorros y sombreros reducen en un 50%, sorprendentemente, el porcentaje de pérdida de calor. A mí me parece una razón más que suficiente para abrigarme la cabeza con un gorrito bien mono.
Aquí tengo una pregunta que nos interesa a todos mucho, sobre todo a nosotros, los adolescentes, que nos encantan los fines de semana en los que a algunos se les va la mano con el alcohol. Más de uno habrá intentado mezclar bebidas alcohólicas, y sabrán ellos mejor que nadie que no pudieron haber hecho algo peor que eso, porque a la mañana siguiente notaron las consecuencias, y qué consecuencias. ¿Por qué mezclar bebidas provoca una resaca horrorosa? Las resacas son resultado de un fuerte golpe químico por partida doble. En primer lugar el alcohol interfiere en la liberación de la hormona diurética, la causante de nuestros constantes viajes al lavabo. Luego, por cada vaso de alcohol que nos tomemos, perderemos dos o tres veces el volumen del vaso en agua. Tras esto, quedaremos deshidratados y potenciará las contracciones de toxinas que lleva consigo el alcohol (cuanto más oscura sea la bebida, más toxinas llevará y mayor será la resaca). Lo único que se recomienda para la resaca 100% seguro es el de esperar a que se pase, aunque beber agua dicen que es muy recomendable.
Podría seguir contando y contando preguntas muy interesantes así como si el lavado de cerebro tiene su origen en algún descubrimiento científico, por qué los mosquitos no transmiten el SIDA, si el cáncer se puede contagiar, cuál es la manera más rápida de encontrar a alguien…; pero entonces os “destriparía” el libro y la gracia es que os lo leáis vosotros por vuestra cuenta. Aunque lo que sí os voy a contar es cómo está estructurado. El libro consta de un prefacio, donde el autor nos habla de su libro, sobre cómo surgió la idea de escribirlo y la opinión que tiene la gente sobre la ciencia (la ciencia no es tan seria y aburrida como todos piensan, es muy curiosa y los grandes descubrimientos suelen surgir de las mayores tonterías). Las preguntan se clasifican según el tema del que tratan, los cuales son “Misterios mundanos”, “Misterios de la vida y la muerte”, “Ciencias, mitos y criterios”, “Números, juegos y pasatiempos”, “Cuestiones meteorológicas”, “La naturaleza”, “La tierra bajo nuestros pies, el firmamento sobre nuestras cabezas”, “El cielo que nos contempla”, “Rompecabezas cósmicos” y por último “Cajón desastre”. Son muchos los capítulos con un montón de preguntas muy interesantes. Os aseguro que no os arrepentiréis de leer este libro.


Irene Ríos Fernández (1º Bach B. 2011)

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