lunes, 7 de marzo de 2011

Frío


Cassie ha muerto. Una anoréxica ha muerto. La amiga de Lía ha muerto. La amiga de una anoréxica ha muerto. Y ahora persigue a Lía.
Lía se repite constantemente que no debe comer y lo único que sabe hacer es contar y contar calorías. Ella quiere ser la chica más flaca del instituto, al igual que quiere su amiga Cassie. O quería.
Le llegaron 33 mensajes al móvil. Eso es algo que se dice tan repetitivamente que no puede quitárselo de la cabeza. Su amiga le pidió ayuda a ella, y no le ayudó.
Murió en un hotel sola, sin la compañía de nadie y todo en parte por una estúpida promesa que hicieron: serían las más flacas del instituto. Ahora Lía lo único que quiere es que entierren ya el cuerpo de Cassie para que su fantasma descanse en paz y la deje dormir, no la insulte y se pierda para siempre.
Para colmo, su madrastra y su padre le controlan el peso continuamente con el fin de que su madre (la doctora Marrigan) no tenga que volver a ingresarla, pero eso Lía no lo entiende, hasta que tenga que llegar a una situación que la hará despertarse y ver la realidad.
Es uno de los mejores libros que he leído. Lo más sorprendente de la novela es la forma tan sorprendente en la que la escritora plasma la situación de Lía, el dolor que siente y sobre todo su enfermedad. No es una forma de narrar nada usual; al contrario, utiliza recursos que nunca había visto pero que provocan en efecto tan realista que da la impresión que incluso la propia autora ha estado en esa situación, ofreciendo así al lector una forma brillante de visualizar un problema tan preocupante como es la anorexia. En definitiva, el libro es genial y la escritora fantástica.


Miriam Tortajada Gomariz (3º ESO B. 2011)

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