domingo, 28 de noviembre de 2010

Áyax


La historia comienza en una noche de sangre, cuando Áyax, furioso porque las armas de Aquiles fueron otorgadas a Ulises y no a él, jura hacer venganza.
Atenea quiere proteger a los Atridas y a Ulises mientras están durmiendo en sus tiendas. Atenea nubla la vista de Áyax y lo vuelve hacia un rebaño, haciéndole pensar que éstos eran los Atridas y entre ellos se encontraba Ulises. Áyax mata a unos cuantos de ellos; y a los demás se los lleva a su casa para poderlos torturar. Cuando ha acabado con todos, la niebla de la vista se va y se da cuenta de su engaño. Decide vengarse del ejército enemigo por lo que le habían hecho, pero no puede soportar la vergüenza y pone la espada verticalmente dejándose caer sobre ella. Deja a Tecmesa (una mujer cautiva de Áyax) y a su hijo sin protección.
Cuando lo encuentran muerto, su hermanastro Teucro lo quiere enterrar a pesar de que Menelao y Agamenón se lo prohíben. Ulises a pesar de ser su rival los persuade diciéndole que todo hombre que en vida fue noble merece ser enterrado.
Aquí acaba una parte de las muchas obras de Sófocles.
Esta obra representa el orgullo del hombre de aquella época, que se manifiesta en la escena en la que Áyax, al darse cuenta de la masacre que se había producido en su tienda del campamento, enloquece y se suicida por temor a la humillación pública y por su propio orgullo.
En mi opinión ésta es una obra trágica como la mayoría de las obras de Sófocles, en la que el principal personaje se guía por el enfurecimiento y las ganas de matar. Todo esto lleva a que la historia gire en torno a la guerra, la ira y, como consecuencia, a la tragedia.
No es una de las obras de Sófocles que más me ha gustado, pero está muy bien.




Noemí García Romero (2º Bachillerato E. 2010)

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