lunes, 25 de octubre de 2010

Otelo


Me encontraba leyendo esta obra de Shakespeare apaciblemente, mientras escuchaba al fascinante Antonio Vivaldi, lo cual hizo que la paladease aún más.

Antes de leerla, vi una ópera de Giuseppe Verdi, en la que Plácido Domingo interpretaba al bárbaro Otelo (aprovecho para decir que me pareció una interpretación magnífica, a pesar de que se diga lo contrario). Tras terminar de admirar este espectáculo tan solemne, comencé a buscar entre la extensa biblioteca que tengo en casa un dichoso libro en el que pudiese leer la obra... ¡y lo encontré!

Me sorprendió el enorme giro que el antes noble Otelo dio tras dejarse llevar amargamente por las envenenadas palabras del pérfido Yago y, sobre todo, me asombró el límite hasta el que sus celos por la casta Desdémona llegó a elevarse.

Es una obra que recomendaría sin lugar a dudas; una obra, en mi opinión, nada anacrónica, que puede incluso reflejar parte de la cruel realidad existente hoy en día. Hablo, pues, de aquellos hombres (más que hombres me atrevería a calificarlos de homínidos en proceso de desarrollo) que se dejan llevar cual una veleta por la aprensión y el vano sentimiento de posesión que tienen hacia sus parejas y que los conduce hacia la demencia y, posteriormente, hacia la violencia y el sadismo.

También pude observar que en realidad existen millones de "Yagos", y puedo testificar que he conocido a más de uno: gente ambiciosa hasta llegar a la perdición, sin escrúpulos; gente inhumana que sobrepasa los límites de la traición sin importarle el daño que pueda ir causando.

Otelo es, sin lugar a dudas, una tragedia; aunque he de reconocer que su final es triste, tampoco puedo negar que el suicidio de Otelo me alegró, pues encuentro intolerable el maltrato hacia la persona a la que supuestamente se ama. También añado que me pareció justo que el apóstata Yago fuera sentenciado por Casio, que era inocente y siempre tuvo un comportamiento muy noble con este ser endemoniado.

En definitiva, Otelo es una obra sublime; William Shakespeare, un excepcional dramaturgo; y Giuseppe Verdi, un genio que supo adaptar virtuosamente este drama a la música.


María José Ruiz Salazar (2º Bachillerato D. 2010)

1 comentario:

  1. Adoro la forma en la que has expuesto este comentario, esta muy bien relatado.

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